Unos, van a retiros de silencio, o hacen prácticas meditativas profundas para lograr estados de consciencia extraordinarios, otros, rechazan el silencio y ponen música cuando están solos porque se conectan con una profunda sensación de soledad o de vacío.
Estudiando el silencio, habitándolo y observándolo en otros, descubrí lo relevante que es el valor y significado que cada uno le da, sumando a esto, el papel que ha jugado en nuestra vida, e incluso en la historia de nuestras familias.
En mi caso, durante mi infancia aprendí que el silencio estaba vinculado a pertenecer, pero algo no me calzaba al hablar del silencio y de callar, así que dudé. Y fue entonces cuando me abrí a explorar: ¿Es lo mismo el silencio que callar?
Así que salí en busca de respuestas, comencé a entrevistar y mantener conversaciones de coaching con distintas personas y aparecieron diferentes interpretaciones, todas a la medida de cada ser humano.
Las opiniones y emociones atribuidas al silencio lo dejaron consagrado como “luz celestial”, fueron tantas las atribuciones positivas que parecía más “divino” que terrenal. Mientras que para el callar fue todo lo contrario. Este acto lingüístico lo relacionaban a omitir, aguantar, reprimirse, postergarse o evitar.
Y claro, desde el lenguaje, el callar es un verbo, una acción y desde el aprendizaje integral lo ponemos en el primer orden, es decir, en las acciones. En cambio, el silencio es un sustantivo, está en el segundo orden, está en lo cognitivo, en lo que al lenguajear puede ser el fenómeno. Así, sin juicios.
Y ni bueno, ni malo
Como lo he observado, el silencio puede tener costos y beneficios... igualmente el callar. Por ejemplo, puedo callar y reflexiono si es necesario emitir un juicio o no, ¿me sirve? ¿necesito realmente decirlo? Puedo también, estar aprendiendo a conectar con el silencio, callando, porque sí, necesito de esa acción para llegar a él, como callar necesita del silencio para ser/existir. Y así podría dar más ejemplos, pero creo que con esto es suficiente. Entonces, ni santo ni diablo. El silencio es el fenómeno y callar la acción.
¿Desde qué lugar dejo de decir?
Desde el lenguaje, el silencio está en el centro del mismo. Cuando nos centramos corporalmente, o cuando meditamos, recurrimos a él. Y hoy lo quiero poner en el centro, pero del triángulo de desempoderamiento - o también conocido como el triángulo dramático de Karpman - el cual describe tres roles desde los que nos relacionamos y muchas veces entramos en conflicto con otros, o con nosotros mismos, siendo más o menos desde el lugar en que nos vivimos, en este caso, el silencio.
Con el silencio, desde la víctima, dejo que otros hagan lo que quieran conmigo, o hago conmigo lo que ellos quieren para, por ejemplo, complacer y no dejar de ser querido/amado/aceptado/pertenecer. Y en este caso, el silencio puede que también esté atado a la víctima en la postergación; el salvador, evita herir con lo que puede decir, te salva de un enojo y “cuida los límites a los demás” sin que nadie se lo pida. También el silencio puede ser agresión, violencia o castigo.
El victimario, puede anular tu existencia ignorándote. Entonces si hacemos el cruce entre el triángulo y el silencio, ya entendiendo que callar es la acción que permite su existencia, terminamos siendo consecuencia y no origen:
No digo para que no se incomoden= Salvo
Dejo que otros hagan lo que quieran conmigo = Víctima
Si te ignoro y doy con el látigo del silencio = Castigo
Bajo esta analogía, la voz aparece como poder: Permite resignificar, hacerse cargo, permite que comiences a sanar, dar espacio a tu voz interior y escuchar tu voluntad, porque de alguna forma también al decir y dejar salir tu voz, te validas y te escuchas.
Sin el “nudo del silencio”, tu voz te da lugar y abre caminos, rompiendo ese silencio independiente de la motivación o intención que hubo detrás de callar -y si es que la hubo- porque muchas veces se repite que puede ser un acto involuntario. Por eso hablo de un nudo de silencio.
Y ese nudo de silencio, si lo llevamos a tu cuerpo energético, estaría imposibilitando que algo pase o se diga, o posibilitando/perpetuando. Finalmente, el poder de la voz, lo he vinculado al lugar que nos merecemos en la vida: el protagónico.
El poder de tu voz tiene que ver – independiente de la interpretación que cada uno dé - con abrirse a posibilidades, con darle espacio interior y exterior.
Pasar de callar, de estar anudada en el silencio a decir, es un acto de valentía y confianza poderoso que te abre mundos: te permite la declaración de perdón, puedes pedir ayuda y dejar que otros te sostengan, transitar hacia la aceptación y resignificar tu historia de vida.
Y aunque dependa mucho de lo que tu cuerpo, mente y espíritu necesite, aprender a confiar puede propiciar el espacio para conectar con el poder de tu voz y vivir desde tu SER protagonista.
Rocío García Montero
Coach Ontológico Transpersonal
País: Chile
COA FICOP Nº 8653