Uno de los grandes descubrimientos que hice durante mi formación fue que muchas de mis interacción y conflictos surgían de que mi comunicación era ineficaz; con lo cual solía victimizarme pensando que nadie me ayudaba o que no le interesaban mis necesidades. Esto cambió cuando aprendí a hacer pedidos claros y específicos y comencé a ver un cambio importante en la respuesta de quienes me rodeaban (sobre todo con mis hijos adolescentes).
Dejé de esperar que los otros adivinaran lo que yo necesitaba y empecé a expresarme con claridad, lo cual transformó tanto mis relaciones personales como laborales.
Comprendí la diferencia entre queja y reclamo lo cual fue totalmente revelador para mí, siendo la queja una expresión de insatisfacción sin un propósito claro y el reclamo, por lo contrario, una solicitud para corregir una situación específica basada en un acuerdo previo. Esto me sirvió para abordar los problemas de manera constructiva enfocándome en soluciones y buscando acuerdos, salí de la queja y me puse en ACCIÓN.
Esto mejoro mis relaciones familiares y también tuvo un impacto profundo en mi entorno laboral. Al poner en práctica y enseñar a otros cómo hacer pedidos efectivos, ofertas genuinas y promesas cumplibles, comprobé como esto mejora la calidad de las relaciones; volviéndose la comunicación más honesta y el ambiente más confiable y más colaborativo.
¡¡¡¡Al dejar de lado el rol de víctima y asumir una postura activa y responsable no solo logré empoderarme, sino que inspiré a otros a hacer lo mismo!!!!
Es por eso que los invito a pensar cómo están utilizando el lenguaje en su vida cotidiana ¿Cómo hacen sus pedidos? ¿Cumplen lo que prometen? ¿Se quejan o reclaman? Les aseguro que esto es un antes y un después, el viaje hacia una mejor comunicación es continuo pero cada paso que damos nos acerca más al otro, logrando una conexión íntegra y profunda.
Por esto, les aseguro que: el LENGUAJE, TRANSFORMA TU SER!!!
María José Mercadin