Hay muchas maneras de ver o evaluar el desarrollo de la humanidad dentro de la historia que llamamos cosmos. La filosofía pretende ser originador y cosechador de la mirada que quiere abarcar toda pregunta relacionada con esta historia. No hay ninguna duda con respecto a la necesidad, por parte de toda persona despierta, de la elaboración de una visión que integra toda pregunta y respuesta importante para él o ella. La filosofía como madre tanto del arte como de las ciencias es responsable por la permanencia de toda pregunta y la provisión de un espacio donde todo tipo de respuesta será escuchada.
La diversidad de experiencias y de disciplinas genera la posibilidad de nuevos diálogos. Además lleva a nuevas maneras de entender como aprendemos. En otras palabras nuestra epistemología también se desarrolla ya que tiene el desafío de coordinar como cada disciplina aprende y se enfrenta con maneras muy diversas de generar conocimiento.
Los fenómenos biológicos, neurológicos, psicosociales y culturales, en su conjunto, desplazan la base epistemológica de las disciplinas que los estudian por separado. Este mismo desplazamiento modifica, no solo el objeto de estudio, sino también la postura del observador y los criterios de evaluación y validación del fenómeno. En otras palabras, necesitamos modelos que nos ayuden a compaginar lo que podemos observar usando herramientas generadas por una gran variedad de disciplinas.
Hoy en día, frente a descubrimientos cada vez más asombrosos, hasta atemorizantes, una filosofía auténtica acepta el desafío de la elaboración de un modelo suficientemente amplio como para abarcar la gran cantidad de disciplinas existentes, y suficientemente profundo como para evitar el desperdicio que acompaña todo esquema sintético.